jueves, 13 de diciembre de 2012

Adviento: esperar en Cristo




«Yo vengo de ver, Antón,
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón.»

Félix Lope de Vega.

“Venida”, “advenimiento”, “cercanía”… ¡tantísimos sinónimos podríamos darle al Adviento! Quizá, uno de los más bellos sea el de “espera”; porque realmente, adviento es espera de Dios que viene, esperanza en él y en su llegada. “¡Un hijo nos ha nacido, un niño se nos ha dado!” comenta Isaías emocionado a la espera del Salvador que vino, viene y vendrá. Espera y esperanza es el Adviento.

Queridos hermanos de Orotava Cofrade, ¿qué es esperar a Cristo? No es tanto esperar en él como esperar de él, que es lo que solemos hacer. Una fe mal entendida nos lleva a esperar que Cristo nos dé todo: que se acabe la crisis, que no haya desahucios, que España se arregle… Hacemos de Cristo un mago encantador al que exigimos que con su varita mágica nos arregle la vida, nos lo conceda todo. Y cuando vemos que no es así, que Cristo no nos libra de nuestros problemas, que todo sigue igual, ahí llega la desesperanza mayor, el trauma terrible, la debilidad en la fe. 

Este adviento vamos a proponernos esperar en Cristo y a Cristo, no de Cristo. Un himno de la Liturgia de las Horas  dice “¿cómo mostrarte, Señor, mis manos vacías cuando las tuyas están llenas de heridas?”. Y es cierto: exigimos a Dios que nos libere de nuestras dificultades y Dios, en lugar de hacerlo, nos presenta a su Hijo, nacido de las purísimas entrañas de María, al rigor del hielo y el frío, en un triste pesebre, en la más absoluta de las miserias. 

¿Habrá crisis mayor que ésa? Hermanos, esperar en Cristo no es exigirle a Él que me solucione la vida; eso es egoísmo, y Cristo nunca supo de egoísmo. Esperar en Cristo es saber que en las mayores dificultades Él será nuestra fortaleza; esperar en Cristo no es pedirle que nos libere de nuestras cruces, es tener la certeza de que él estará cargando nuestro madero cuando nos sintamos exhaustos; esperar en Cristo no es pedir que el mundo se solucione, es trabajar por mejorarlo; esperar en Cristo es mirar a María y decir como ella “aquí está la Esclava del Señor”. 

“Sólo te pido, Señor, no pedirte nada” dice el himno de la Liturgia al que antes hacía referencia. Esperemos en Cristo así, sin pedirle nada. Dejémoslo nacer en nosotros y veremos así brotar flores de las espinas. Él viene a darlo todo sin pedir nada; viene pidiendo posada en la puerta de nuestra vida, ¿y  le abriremos?

E. D. G.